lunes, 22 de septiembre de 2008

sábado, 13 de septiembre de 2008

j. m. w. turner

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Lluvia, vapor y velocidad - El Ferrocarril "Great Western". Oleo, 91 X 122 cm., hacia 1840 Tate Gallery, Londres.
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Estructura de Color. Acuarela, 22,5 X 28,6 cm., 1819 Tate Gallery, Londres.
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Personajes en la Tempestad. Acuarela, 35,5 X 50,9 cm., hacia 1830 British Museum, Londres.
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El Incendio del Parlamento. Oleo, 92 X 123 cm., 1834 Philadelphia Museum of Art.
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"Comienzo de Color": Amanecer sobre las aguas. Acuarela, 19 1/2 X 13 3/4 pulgadas, posterior a 1825 British Museum, CCLXII 42, Londres.
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Lo que representa la obra de Joseph Mallord William Turner es algo único en la historia de la pintura: la realización de dos medios de expresión sucesivos, completamente opuestos el uno al otro, implicando una transformación radical de la sensibilidad de percepción, el primero fundado en la propagación de un pasado estético, el segundo dando el ejemplo de una visión de la cual el avenir debería mostrar la fuerza revolucionaria.
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Que tal paso entre dos mundos de la creación artística, que marca la ruptura entre la época clásica y los tiempos modernos, haya sido realizado en la primera mitad del siglo XIX, no es el aspecto menos notable de este fenómeno. Es al mismo tiempo un hecho sorprendente si consideramos que no constituye en un sentido estricto una evolución lógica en la obra de Turner: su primera manera de pintar no puede en absoluto ser considerada el primer estado experimental e incierto de su futuro desarrollo.
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En las diferentes épocas que pueden revelar una nueva orientación en el trabajo de un pintor, notamos el logro de una mayor madurez en la técnica del dibujo o en el empleo de los colores, o aun, como en el caso de Van Gogh y Bonnard, un descubrimiento de la luz que se manifiesta por un cambio de paleta. Pero en un caso como en el otro, reconocemos el mismo ojo y la misma mano. La manera, muy sombría, como Van Gogh pintaba en sus comienzos, en Holanda, no era en ningún caso académica o clásica, sus brochazos, anchos y en movimiento, ya traducían un estado de espíritu tormentoso. Y en su paso del fauvismo a la abstracción pura, Kandinsky conservaba, al mismo tiempo que sus mismos colores, una expresión lírica similar; a pesar de una modificación de tal importancia, sus dos maneras no podrían dar cabida a afirmar que pertenecen a dos pintores diferentes. No es lo mismo en cuanto a Turner.
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Otro hecho curioso en esta revolución pictórica que abre un capítulo nuevo en la historia del arte, es que esta revolución se haya efectuado en Inglaterra. Sabemos que las tradiciones persistentes nunca han privado a los Ingleses de carácteres audaces. Pero, en pintura, antes de Turner y mucho después, no encontramos en su país ninguno de esos movimientos que, en Francia, en Alemania, en Escandinavia y en Rusia prejdanovista, han transformado las concepciones de la creación artística. No hay ningún nombre inglés de importancia en el Impresionismo, el Expresionismo, el Fauvismo, el Cubismo. (Sisley era de nacionalidad británica, pero nacido en París, había pasado casi toda su vida en Francia). El único movimiento notable, que aparece en Inglaterra en el siglo XIX, ha sido el Prerafaelismo, es decir una tentativa de retorno a la estética de un lejano pasado.
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Esta singularidad no es sin embargo del todo inexplicable. Para comprenderla, hay que primeramente observar que la historia de la pintura inglesa se diferencia sensiblemente de la historia de la pintura francesa. Los pintores franceses han sido paisajistas tardíamente. Esto sorprende, y podemos, en este aspecto, notar la escasa incidencia que la literatura y la filosofía han tenido sobre la pintura. En la época en que Jean-Jacques Rousseau había ya escrito su último libro, les Rêveries du promeneur solitaire, en el cual da vuelta la espalda a los hombres para contemplar la naturaleza ("Apenas me veo bajo los árboles en medio del verdor, creo verme en el paraíso terrestre, y experimento un placer interno tan vivo como si yo fuese el más feliz de los mortales"), en esa época, en 1776 -Turner tenía un año-, no era un "retorno a la naturaleza" lo que preocupaba a los pintores, sino un retorno a lo antiguo: en los talleres, se disfrazaban a los modelos en Griegos y en Romanos para hacerlos interpretar escenas históricas en medio de un decorado donde las arquitecturas, en su docta reconstitución, contaban muchísimo más que los árboles, las flores y los arroyos.
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Sin embargo, un cierto realismo en el paisaje, no carente de convenciones, ya había sido practicado por los pintores holandeses desde el siglo XVII. Y, en el siglo siguiente, los "vedutistas" italianos se habían impuesto como tarea la representación minuciosa de las ciudades -lo que no les hubo valido una consagración oficial: Canaletto, de avanzada edad, había sufrido, en 1763, el rechazo de su ingreso a la Academia. Pero era muy apreciado en Londres donde el cónsul Smith lo había hecho venir y donde vivirá durante muchos años. No es sin interés saber que Paul Sandby poseía una colección de sus dibujos.
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Ya que, Paul Sandby (1725-1809) representa en Inglaterra el comienzo del paisajismo. Lo que no quiere decir que el nuevo gusto de los pintores ingleses por el paisaje venga directamente de Italia. De verdad, los orígenes de este gusto pasan por Suiza y, un poco más tarde, serán los lugares montañosos de la cadena de los Alpes que aportarán a los paisajistas su carácter romántico. El mismo Sandby no abandonará nunca Inglaterra, donde fue el primero en utilizar la acuarela como completo medio de expresión, y el primero en practicar la técnica de la acuatinta. Pero es con John Robert Cozens (1752-1809) que el paisaje toma su gran despegue en una unión coherente entre la observación realista y la imaginación romántica. Conocía Suiza e Italia, y pudo bien haber sido el camarada de Turner si no hubiese muerto a los cuarenta y cinco años después de haber perdido la razón. Otro nombre importante entre los paisajistas ingleses de fines del siglo XVIII es el de Thomas Girtin (1775-1802), gran acuarelista también, y cuya personalidad aparece en cierta libertad dada al color. En el pasado, la acuarela había sido considerada siempre por los artistas como una manera de colorear dibujos (tinted drawings, como los llamaban los Ingleses) más que una técnica de pintura. Veremos que esta especie de autonomía del color -apenas percibida por Girtin- será más tarde la innovación fundamental de Turner.
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Turner - Jean Selz.
(versión a partir del texto original en francés)
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martes, 9 de septiembre de 2008

juan luis martínez

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3 MEDITACIONES SOBRE RENE MAGRITTE
a M. Foucault
(mis propiedades)
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lunes, 8 de septiembre de 2008

domingo, 7 de septiembre de 2008

la alienación o el fetichismo de la mercancía (3)

Marx lo afirma, la alienación es " la verdadera fuente y el secreto de la filosofía de Hegel", que subyace en su gran obra la "Fenomenología del Espíritu" (1807). Originalmente, la alienación es un concepto económico y jurídico. Término semánticamente múltiple, conlleva una dificultad de traducción.
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En castellano, designamos por "alienación" dos referentes que siempre son diferentes en la lengua alemana: fremd, Entfremdung, extranjero; y auser, Veräuserung, Entäusserung, exterior. La alienación es sinónimo de renuncia en favor de todos de la soberanía de cada hombre en una problemática de contrato social. Contiene la idea de divorcio. En Hegel el divorcio es lo previo a la exteriorización y en consecuencia a la objetividad. A través del estudio de Lukács titulado "El Joven Hegel" (1938), primera investigación del tipo "sobre las relaciones de la dialéctica y de la economía", sabemos que es a través de los economistas ingleses y del "Contrato Social" de Rousseau que Hegel a podido elevarla al rango de un concepto filosófico. En efecto, la alienación sustituye en él la positividad, concepto mediante el cual él denominaba lo que se oponía, en una objetividad muerta, a la subjetividad del hombre o la práctica humana. La alienación es aquí una actividad propia de "la Idea absoluta" poniendo a la naturaleza que le es extranjera como simple momento de su devenir. No es más que una etapa de retorno a sí mismo del espíritu, que es la identidad del sujeto del objeto. La alienación implica entonces su abolición, y su continuación con el fin de identificarse en Hegel en la objetividad.
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Lukács diseca en Hegel tres niveles de alienación: el primer nivel es la relación del sujeto derivada de toda actividad, particularmente el trabajo, a toda actividad economico-social del hombre; el segundo nivel presenta la alienación como "forma especificamente capitalista, de lo que Marx denominará más tarde fetichismo". La dialéctica hegeliana permite comprenderla como elemento inevitable y necesario de la evolución humana (de la actividad, de la alienación). En fin, el tercer nivel es la alienación que arrastra necesariamente, por idealismo, toda objetivación. Es su superación que consiste en la "transformación de la substancia en sujeto" que es el asumir (Aufhebung) de la alienación, a saber la objetividad tal cual es. Para Hegel, toda objetivación era alienación. Toda manifestación del hombre era, en la medida que era exteriorisación de su personalidad, creadora de objetos extranjeros. Lukács no acepta de Hegel este último nivel de conceptualización. La "Fenomenología del espíritu" describe precisamente el retorno a sí mismo del sujeto-objeto, relación "ligada a todo trabajo, a toda actividad económica y social del hombre", precisa Lukács, lo que justamente llegará a ser, para Marx, el motivo de su superación crítica.
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La alienación según Feuerbach y Marx
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Feuerbach estudia la dominación de la alienación bajo su arcano religioso. El demuestra que Dios es poder transcendente y mistificación dominando al hombre bajo el imperio de su imaginación. El hombre aliena sus cualidades en el ser supremo al cual se somete de facto en tanto que extranjero. La alienación se situaba en el hombre, de ninguna manera en el espíritu absoluto hegeliano, ya que es un ser natural inervándose en el mundo objetivo. A pesar de este vuelco materialista de la filosofía, la concepción de la alienación en Feuerbach no iguala la de Hegel. Continuaba a presentarla en función de un pensar especulativo abstracto. En Hegel, la alienación daba al menos cuenta de la historia como espíritu alienado del tiempo, nota Marx, a partir de la observación de la práctica efectiva humana conteniendo todos los elementos de una crítica posible "de dominios completos como la religión, el Estado, la vida civil" ("Manuscritos de 1844"). El movimiento de la historia se pierde con Feuerbach. La demostración de Marx se situará en la VIa "Tesis sobre Feuerbach" (1845): "La esencia del hombre no es una abstracción inherente al individuo aislado. En su realidad ella es el conjunto de las relaciones sociales" .
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Para Marx, el origen de la alienación está en en el seno del hombre, pero, matiz crucial, encontrará la explicación en la interpretación de la praxis humana. Basándose en el hecho de que el hombre no puede manifestarse de otra manera que objetivamente. Como administra su vida en sociedad, son los objetos creados por él que vehiculan sus relaciones con la alteridad. Estas relaciones sociales se repercuten al mismo tiempo en su actividad, trama también puesta a luz en el "Manifiesto", cuando Marx mostrará la sucesión de régimenes sociales. El concepto de fetichismo funciona como crítica socialista de la economía política. Marx discierne la fuente de la alienación en la actividad productiva. Grado de evolución necesario del desarrollo de la humanidad, la alienación divide al hombre consigo mismo. Se aliena de la naturaleza, substancia de su trabajo, y despues de su alter ego al que no percibe más como el representante del género, sino como el individuo, el antagonista. Así, el hombre se aliena a sí mismo y llega a negar su vida humana para no asegurar otra cosa que su vida física. Sus creaciones más elevadas (el Estado, la religión) llegan a ser potencias dominadoras que lo alienan de su condición. El estado de la alienación, de la oposición del sujeto y del objeto, es sólo un período de transición. Es la prehistoria del hombre y contiene las condiciones de una posible plenitud del hombre verdadero, época que surge al suprimirse durante la etapa de la abolición de la propiedad privada.
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Expresión de la transformación de la manifestación objetiva del hombre en manifestación alienada, la alienación a podido desarrollar toda la riqueza de su naturaleza y a permitido formarla, pero a llegado ella misma a la expresión la más abstracta que sea: el dinero, símbolo del despojo del hombre, de su plena negación. Marx no habría podido superar la posición de Feuerbach si no se hubiese elevado por sobre las posiciones del proletariado, asimilando la economía política de la sociedad burguesa, y mediante el análisis del valor trabajo. ¿Qué hay de las etapas de la Historia, del capitalismo que precede al socialismo en el proceso histórico marxiano? El motor de la Historia está constituído por la práctica social, "la producción y la reproducción de la vida real". Práctica y contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción establecen la evolución histórica. Son las tesis del "Capital" de Marx.
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La reificación de la mercancía
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En la sociedad capitalista realizada, la actividad económica se mantiene como el núcleo esencial de la sociedad. Su conjunto es acarreado en la marcha en progreso de la mercancía. Para definir el capitalismo, Marx pone de relieve la sociedad mercantil y salarial en la cual los propietarios de las unidades económicas, los capitalistas, reclutan a los productores, y donde los propietarios ordenan el proceso de producción. La especificidad del modo de producción capitalista consiste en que este no es más que un modo de producción entre otros; no es simplemente el último de los modos de producción antes de la sociedad sin clases. En ciertos aspectos, se opone a todos los modos de producción precapitalistas. ¿Cuál es su especificidad? No es la existencia de la lucha de clases, la cual según Marx precisa, existía en todo los tipos de sociedad. No es tampoco la existencia del intercambio de mercancías. Es la opacidad de las realciones de producción como consecuencia de la generalización del intercambio mercantil a todo el universo social, a todas las categorías de bienes, especialmente la fuerza de trabajo que llega a ser una mercancía cualquiera.
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En las sociedades precapitalistas o no capitalistas, se produce en el marco de relaciones de dependencia interpersonales. En un sistema capitalista, se produce para un mercado indeterminado, sin la seguridad de dar salida a su producción. La ausencia de orden preexistente manifiesta el extremo desorden de las actividades del cual el mercado organiza la regulación a posteriori; el ciclo del capital introduce un proceso de compras y ventas incluyendo posibilidades de crisis graves y prolongadas. Desorden y mistificación, relaciones sociales ignoradas mientras que son disfrazadas, tal un primus inter pares, las relaciones e intercambios entre mercancías. Es la definición marxiana del "fetichismo de la mercancía".
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El precio que sanciona el intercambio de mercancías no es más una expresión que se destaca de la relación social entre dos individuos, sino una característica de la cosa tan natural como sus propiedades físicas. Así el beneficio aparece como la remuneración del capital, la renta como remuneración de la tierra. Las relaciones sociales históricamente situadas desaparecen de la consciencia de los hombres que perciben exclusivamente relaciones naturalizadas entre cosas. Pero la mistificación esencial ocupa la instancia de opacidad de las relaciones de dependencia personal. El capitalismo se caracteriza por la existencia de una libertad formal del proletario que posee exclusivamente su fuerza de trabajo, viviendo en la obligación de venderla en el mercado como una mercancía. Diferente es la situación que dominaba en los modos de producción precapitalistas (esclavitud, feudalismo) donde la extorsión del excedente de trabajo, el fenómeno de la explotación y la lucha de clases eran evidentes. En la sociedad capitalista, la violencia está camuflada, salvo durante las fases de lucha. El juego del mercado, la generalización de las relaciones mercantiles con la fuerza del trabajo ocultan la realidad de las relaciones de explotación. Los productores son dominados por la clase burguesa. Ella realiza el "devenir-para-sí" de la economía, de tal forma que ocupa la totalidad de las estructuras de la sociedad.
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Siendo la economía la acción colectiva de los hombres en lo que concierne a la organización material de su vida, la burguesía busca dirigir ella misma este proceso de auge histórico. Parece ser que el fundamento deviene la práctica de los hombres que crean las formas sociales que organizan la producción y la reproducción de su vida material. El momento de atribuir a la sociedad el proceso histórico en el que el hombre es a la vez el sujeto y el objeto, el sujeto en la práctica colectiva que da a luz formas, y el objeto en estas formas exactamente donde se cristaliza y se objetiviza su praxis. Antes de este momento, el hombre vivía el mundo dirigido por poderes exteriores que deseaban modelar su destino. Sin embargo, puede entrever que sólo su iniciativa política establece la fermentación de la Historia. Y bien, el momento tarda : la burguesía aniquila la representación de la sociedad y recurre a la ocultación del fundamento económico. Ella lo acepta lúcidamente pero sin atreverse a causar voluntariamente su propio naufragio, insiste Lukács ("Historia y consciencia de clase",1923): "El verdadero límite de la producción capitalista, es el capital,dice Marx. Este conocimiento significaría, a decir verdad, si se volviera consciente, que la clase capitalista se suprimiría sí misma". De ninguna manera es por el momento el caso.
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La sociedad capitalista cumple su función en un mundo económico con leyes independientes de los individuos incapaces de controlarlas, función valida para toda clase. El obrero está dominado por las leyes del mercado, las cuales lo proyectan como elemento de la relación mercantil del capitalismo, ya que ellas consienten o no de que venda su fuerza de trabajo. En cuanto al empresario, este está en una situación similar: él también está dominado por la economía pareciéndole esta una cosa exterior, sometido idénticamente a las leyes de la concurrencia. La sociedad mercantil manifiesta la penetración de la economía en todas las esferas del universo social: es una dominación, un mundo de leyes normativas e independientes de los hombres que se contentan fatalmente procurándose trabajo como trabajador, o ganando un mercado como empresario, de la misma forma que aceptamos con resignación un fenómeno natural (catástrofe, sismo...). No se trata de un bloqueo subjetivo, sino de una limitación en la extensión del fundamento económico, la que conduce objetivamente a una restricción de la consciencia adjudicada (para Lukács, ella determina el marco máximo de la posesión de consciencia de los individuos), a saber el punto culminante de la consciencia que un burgués puede tomar de la totalidad. El capitalismo se vuelve un mundo individualista, atomizado, a partir de lo cual los hombres soportan la economía en "el abandono a las fuerzas productivas, en la sociedad burguesa", como un movimiento de las cosas a las cuales se someten en lugar de controlarlas.
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Es esto la reificación en Lukács. El mundo social es vivido como un organismo autónomo, extranjero a toda finalidad individual, a toda significación universal. En breve, es la reificación al estado puro: el individuo es vencido por la banalidad capitalista y no concibe nada más allá de su universo social. Y con razón, no dirige ninguna de las orientaciones ni experimenta la reificación, ya que ignora su condición de participante del principio de la práctica colectiva. En el mundo burgués, sólo existen individuos involucrados en un universo autónomo, sin conocer ninguna de las verdaderas relaciones intersubjetivas, llevando al individuo a una postura contemplativa y fatalista debido a que se ha cosificado, se ha vuelto cosa en el mundo de producción capitalista.
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El status histórico del proletariado
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¿Los hombres están conscientes del papel que les toca desempeñar en la Historia? ¿O al contrario proyectan su rol motor en las mitologías capitalistas, hasta el momento en que aparezca este error fundamental? Mientras que la historia transcurre independientemente de ellos, no se encuentran para nada en cada parcela de su trabajo. La consciencia surge durante el curso de la existencia de los individuos, y estos la logran experimentando la situación concreta. El proletariado es eficaz, es la "consciencia de sí de la mercancía" y organiza su libertad a través de la resolución del dualismo consubtansial del capitalismo. La reificación actúa a la manera de una palanca, es su papel fundamental. Interviene en la situación privilegiada del proletariado, ya que este transporta la esperanza del devenir histórico socialista, que es la reconciliación de los hombres entre ellos y con las cosas. Efectivamente, el mundo reificado surge en la plenitud de sus efectos en el obrero a través de la mercancía. En el capitalismo, la mercancía constituye el punto central del mundo de las cosas que es el mundo reificado. La realidad factual de la sociedad burguesa se contenta con gravitar alrededor de la mistificación de la mercancía. La preeminencia del proletariado sobre la burguesía reside en su facultad de considerar la sociedad a partir de su centro en un todo coherente y, a continuación, actuar de una manera central modificando la realidad por medio de su consciencia de clase, donde teoría y praxis coinciden. La condición primordial de esta revolución es que el proletariado capture el mundo de la vida real, comprenda la sociedad mercantil y su rol de pieza variable del sistema de producción. Esta preponderancia lukácsiana insiste en la consciencia de clase del proletariado como "última consciencia de clase en la historia de la humanidad". Vuelto sui generis una mercancía, él dispone de recursos para superar y vencer la reificación. El proletario puede captar el mecanismo de su práctica productiva, disimulada por la pretensión del capital, expoliador del resultado de su trabajo, de ser un "gran poder".
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El punto de partida de la reificación descansa en el hecho de que el origen humano, productor, proletario de la riqueza social, está velado por la naturaleza reificada inmanente a la idea de capital considerado como "poder social". No obstante, el proletario tiene una ventaja sobre la burguesía al situarse en la vecindad más próxima de la práctica económica colectiva siendo al mismo tiempo la mercancía intercambiable, la cosa de esta práctica. Está tan sometido a este proceso de división social del trabajo, despojado de él mismo, que el despliegue reificante acaece en él. Se le asigna en la organización científica del trabajo la equivalencia de un autómata. Objetivamente, se supone que puede dar respuesta a esta condición debido a su alto nivel de consciencia. En otros términos, está dotado de una consciencia atribuída buscando alcanzar la totalidad, la praxis colectiva generadora de formas sociales nuevas. Este desvelar no es en ningún caso contemplativo, sino activo: la práctica según la cual los proletarios se liberarán de la opresión será aquella de los productores que se han vuelto conscientes del sentido de su papel histórico. Los proletarios libres abrazarán la Historia con "la apropiación colectiva de los medios de producción". Una vez hecho, a la simple contradicción, al producto de las leyes automáticas de la evolución capitalista debe agregarse un nuevo substrato: ¡La consciencia del proletario se vuelve acción! La contradicción simple se eleva así a la contradicción conscientemente dialéctica, la toma de consciencia llegando a ser el "punto práctico de transición"; la esencia específica de la dialéctica de luchas se revela concretamente, pues la consciencia no es aquella enfrentada a un objeto que se le opone, "sino la consciencia de sí del objeto, el acto de toma de consciencia, trastorna la forma de objetividad de su objeto", subraya Lukács.
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Desembarazado de la "perdida de sí" de libertad creativa de formas culturales y sociales, el proletariado puede organizarse, unirse en pos de una misión política transformadora concluyendo el advenimiento de una sociedad reconciliada a través de la sociedad sin clases que constituiría la abolición positiva de la propiedad privada: "El comunismo instala lo positivo como negación de la negación, es entonces el momento real de la emancipación y del asumir de sí del hombre, el momento necesario para el desarrollo a venir de la historia" ("Manuscrito de 1844").
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Olivier Pascault
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Artículo publicado en el número especial de "Le Nouvel Observateur", La pensée de Marx.
Octubre/Noviembre 2003.
(versión a partir del texto original en francés)
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viernes, 5 de septiembre de 2008

marx y el fetichismo de la mercancía (2)


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Para Marx, en la sociedad capitalista, los productores no se reconocen en el mundo por ellos creado, su auto-realización deja de constituir un fin en sí, terminando por ser instrumentalizados:
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(***) "Esto vale decir que el producto del trabajo viene a oponerse al trabajo como un ser extranjero, como una potencia independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo que ha quedado fijo, materializado en un objeto, es la transformación del trabajo en objeto [Vergegenständlichung], materialización del trabajo. En las condiciones de la economía política, esta realización del trabajo aparece como el extravío del obrero, la materialización como pérdida y servidumbre materiales, la apropiación como alienación, como despojo. [...]
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Al separar al hombre 1° de la naturaleza, 2° de su propio "yo", de su propia función activa, de su actividad vital, el trabajo alienado convierte a la especie humana en extranjera al hombre: impone al hombre la vida en la especie como un substituto a su vida individual". (***)
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Karl Marx - Economía y filosofía (Manuscritos parisinos) (1844), Obras, t, II, Economía II, páginas 58 y 63.
(versión a partir de una traducción francesa de J. Malaquais y C.Orsini)
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