lunes, 29 de diciembre de 2008

v. a.

.
John Lennon y Yoko Ono en Amsterdam.
.
.
De pronto todo está más tranquilo en este pueblito sin relieve, sin importancia, es Domingo. Aquí no hay voces que llaman, nadie ha sido llamado ni nadie se reclama de ningún destino que pudiese cambiar en un átomo la faz de la tierra. Un susurro conmovedor. El llanto de un niño al alba y una ventana que se abre al mismo tiempo que canta un gallo. Si mal no recuerdo. Si Dios quisiera. Es la banalidad que baña a este pueblo en un insomnio terrible, agobiador y exasperante bajo el sol, como la indiferencia infinita de sus tardes heladas. Termino bebiendo solo, sumido en la tristeza de un patio, temblando de frío, las manos entumidas en los bolsillos. Bajo un parrón; insólito, porque la vid es un techo como un homenaje al dios Baco, que nos permite reunirnos en este lugar de celebraciones, sin embargo abandonado en un monólogo íntimo y persistente como un martilleo imbécil, como el cuchillo soez en la mano del victimario diestro y seguro que atraviesa el cuello del que no será. Así me encontraba.
.
No hay razón ni para odiar ni para despreciarse, no hay lugar donde encontrarse sin acuerdo previo. De hecho nadie respeta una cita. Ni las mujeres en celo. Finalmente no. Mejor no iré. De por medio está la mejor de las iglesias o la que tu quieras, la con un nombre exótico, cuyo culto se realiza matinalmente los Domingos en un antiguo cine. Este pueblo ha sido lo mismo desde siempre. Un pasaje obligado del tren o de la micro, un lugar al borde de la ruta.
.
BALANCEO ELECTRÓNICO
.
El cartel contrastaba con lo que anunciaba, con lo que quería decir, como si fuese antipropaganda, por su factura y lo descuidado de la tipografía. Del interior obscuro surgió un obrero cubierto de grasa, su cabeza sostenía un gorro otrora blanco y ahora gris oscuro, todo estaba manchado, tanto su cara como sus manos. Se dirigió con paso seguro al local colindante donde se servían bebidas y se sentó en una de las escasas mesas que rodeaban la entrada. Dos individuos se bajaron de un vehículo negro con un techo rojo y al que le faltaba el capó, súbitamente comenzaron a hurguetear en las entrañas del motor, no hubo necesidad de abrir nada, el automóbil parecía entregarse a tal violación con cierto abandono y resignación.
- ¿Mecaniceando el par de giles?
Preguntó el hombre embadurnado saboreando una cerveza.
- ¡Estamo(s) ahí dijo el pascuence! Respondió el que parecía ser el de más experiencia de ambos recién llegados.
- Ya tenemos el balanceo electrónico por si se les ofrece. Replicó el embadurnado indicando ufano la pizarra negra y gastada.
.
- ¡No sé porqué te preocupas tanto de sicologías ajenas, ahí no hay nada que hacer...!
- ¡Muchas gracias, muy amable señora de vuestra parte! Interrumpió su compañero de mesa al ser servido su pedido. Luego inquirió en torno suyo, no sin severidad, encarando a los otros clientes.
- Esa amabilidad exagerada. Te pueden estar insultando y tu das las gracias.
- Como debe de ser. Como debe de ser. Repitió González con un tono somnoliento y pausado.
.
La casa parecía clara desde fuera, una vez adentro todo era sombra y fotos en las paredes de todos los tamaños; personajes extraños asomados desde otra época, que sacaban la cabeza por una ventanilla de algún vehículo obscuro y difuso en mi propia memoria. Habían máscaras africanas entre los retratos, como para acentuar lo fantasmagórico de ese interior. Mobiliario antiguo y accesorios de decoración. Lámparas sin uso con pantallas desteñidas y un polvo muy tierno en las superficies. En contraste con el exterior solar e inundado de fragancias frescas que venían de los árboles frutales que rodeaban el porche, se podía adivinar que disimulaban un patio contiguo, algún jardín con ropa tendida.
.
- "Quizás yo esté llorando al recordarte..." Del viejo transistor escapaba la voz de Nat "King" Cole como un mugido. "Ansiedad de tenerte en mis brazos, musitando..."
.
- ¡Los 5 Latinos Eduardito! ¡Eso era música! Y luego vinieron Los Beatles que para mí son pura bulla. ¡Y ese John Lennon no hacía otra cosa que mostrarle el culo a los fans! Felizmente hemos vuelto ahora a otra cosa más melódica, más sublime.
.
De esta forma quedaba definitivamente resuelta, para la dueña de casa, la controversia entre melodía y ritmo, despachando en pocas frases el problema de si Mozart o Bach... Diacronía o sincronía. Abolir la temporalidad mediante la polifonía modesta y muy trabajada. Simultaneidad.
.
Un gato blanco irrumpió en un salto feroz, audaz, desde una ventana abierta, para posarse en el centro del salón.
.
Los largos paseos de E* lo conducían a los más diversos lugares de la pequeña ciudad al borde del lago. ¿Era el deseo de bañarse en un mar humano? Su propio caminar guardaba el secreto del destino de sus pasos, su propio deambular era el testimonio de su necesidad consciente o inconsciente. Ninguna consecuencia a esa necesidad. Su tristeza era ambigua, solitaria, se enfrentaba diariamente a nuevas caras. Las buscaba. Se abandonaba al vértigo experimentado dentro del flujo de los transeúntes. Se sentía parte de una substancia maleable y sin consistencia propia como un guante de caucho.
.
.