domingo, 17 de agosto de 2008

el castillo

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- No, dijo Olga, no se trata de piedad u otra cosa similar. Por muy jóvenes e inexpertos que fuésemos, lo sabíamos y nuestro padre naturalmente también lo sabía, pero lo había olvidado, tal como la mayoría de las cosas. Había elaborado el proyecto de ubicarse cerca del Castillo en la gran vía, allí donde pasaban los coches de los funcionarios, y de presentar si ello era de alguna manera posible su solicitud de perdón. Hablando francamente, un proyecto carente de toda justificación, incluso si lo imposible hubiese ocurrido y si la súplica hubiese llegado hasta los oídos de un funcionario. Un funcionario aislado puede entonces perdonar? Esto no podría en efecto ser en todo caso que del resorte del conjunto de las autoridades, pero ellas a lo sumo probablemente no puedan perdonar, solamente juzgar. Pero un funcionario puede en definitiva entonces, incluso si el quisiese bajar del coche y ocuparse del asunto, hacerse en función de lo que mi padre, el pobre hombre cansado y avejentado le refunfuña, una imagen del asunto? Los funcionarios son muy cultos, pero al fin de cuentas solamente de una manera unilateral, en su especialidad un funcionario es capaz de dilucidar desde que una sola palabra es pronunciada series completas de pensamientos, pero podemos durante horas explicarle cosas que conciernen a otro servicio, opinará quizás con cortesía pero no comprenderá una sola palabra. Todo esto es verdaderamente evidente, como cuando tratamos de comprender por sí mismos los pequeños asuntos oficiales que nos atañen a nosotros mismos, asuntos insignificantes que un funcionario resuelve en un abrir y cerrar de ojos, que tratemos de comprender eso a fondo y ello nos llevará la vida entera y sin llegar a un fin. Pero si mi padre hubiese encontrado un funcionario competente en la materia, este último no hubiese podido en ningún caso resolver nada sin los expedientes preliminares y sobre todo en la gran vía, simplemente no hubiese podido perdonar, salvo resolver las cosas oficialmente y con ese objetivo indicar el conducto regular; pero en los hechos mi padre había ya fracasado completamente en sus tentativas por llegar a algo por ese camino. Hasta que punto mi padre debía estar tan extenuado para querer en alguna forma avanzar con este nuevo proyecto. Si alguna posibilidad de este tipo aún remota existiese, habría necesariamente un tumulto de peticionarios allá en la gran vía; pero dado de que se trata en este caso de un imposible y que la más elemental formación escolar es suficiente para convencerse, allá no hay absolutamente nadie. Quizás esto mismo también fortaleció a mi padre en su esperanza, la alimentaba con todo. Era por otro lado muy necesario en su caso, un juicio sano ciertamente no se habría aventurado en tan grandes reflexiones, este hubiese necesariamente a partir de los aspectos más externos reconocido claramente la imposibilidad. Cuando los funcionarios van al pueblo o vuelven al Castillo, estos no son viajes de placer, en el pueblo y en el Castillo les espera el trabajo, es por ello que pasan rápidamente. Tampoco se les pasa por la cabeza de mirar por la ventana del coche y de escudriñar peticionarios afuera, en definitiva los coches van cargados hasta el tope de expedientes que los funcionarios estudian.
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Franz Kafka - El Castillo. 
(versión a partir de una traducción francesa de Bernard Lortholary)
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